Hace ya más de 30 años que mi padre me dio el mayor regalo y al mismo tiempo, el mayor quebradero de cabeza de mi vida. No es que yo tomara la decisión de convertirme en el heredero y propietario de esta empresa, sino que más bien fue el resultado de esas extrañas coincidencias que te llevan a un lugar donde nunca imaginaste que te quedarías.
Un negocio de alquiler de maquinaria pesada que en aquel entonces, cuando mi padre la creó, era sinónimo de suciedad, escombros, trabajadores sin estudios y sin posibilidad de un buen sueldo; eso fue lo que yo recibí de la noche a la mañana. Sin gustarme este mundo y sin tener la mínima idea de por dónde empezar (mejor dicho, de cómo seguir).
"El éxito de mi empresa se basa en el bienestar y la motivación de mis trabajadores , sin importar su cargo o edad."
Sin embargo, hoy, desde una perspectiva más madura, puedo decir que hemos logrado importantes transformaciones: hemos creado una imagen corporativa sólida, hemos diversificado la línea de negocio, expandido nuestra presencia a otras ciudades y, lo más importante, formado un equipo altamente cualificado. Y aunque muchas de estas mejoras pueden parecer logros personales, en realidad, todo lo que hemos conseguido ha sido posible gracias a un gran equipo, a unas grandes personas.
Porque, aunque un equipo debe ser considerado como una unidad, no significa que todos sus miembros deban ser iguales. Al contrario, la clave del éxito está en la diversidad de habilidades y talentos. Cada uno de nosotros aporta algo único, y lo que conseguimos juntos, como equipo, jamás lo lograríamos de manera individual.
Uno de los pilares fundamentales de nuestro éxito es el bienestar y la motivación de nuestros empleados. No importa el cargo que ocupen, su género o su edad; cada uno de ellos es crucial para el buen funcionamiento y crecimiento del conjunto. Por eso, uno de mis objetivos más importantes al comenzar el año es hacerles saber cuánto valoro su trabajo, y qué mejor manera de hacerlo que a través de un regalo personalizado.
"Cada uno de nuestros trabajadores es único e irrepetible, y el merchandising personalizado es una herramienta poderosa para transmitir este mensaje."
A lo largo de los años, estos obsequios han sido la manera de expresar mi agradecimiento y, más aún, de fortalecer los lazos que nos unen. Un ejemplo claro de ello fue el obsequio que dimos este año a Víctor, nuestro operario, que siempre está en movimiento con su uniforme reflectante, le entregamos un detalle dentro de una caja, con un mensaje grabado que decía: “Para que sigas brillando”.
Clara, nuestra comercial, tenía el deseo de viajar fuera de España en 2025. Su regalo incluía un mensaje grabado en el que se podía leer: “Para que sigas comiéndote el mundo”.
Romina, nuestra limpiadora, es la responsable de que todo esté impecable. A ella le dimos un obsequio con un grabado especial que decía: “A nuestra piedra preciosa”, en reconocimiento a su incansable dedicación para que cada rincón brille.
Lo que me llena de satisfacción cada vez que entrego estos obsequios no es solo el detalle del regalo en sí, sino la emoción que se desborda al ver la cara de mis colaboradores al leer los mensajes personalizados. Porque, al final, lo que realmente cuenta no es tanto el objeto, sino el reconocimiento y la conexión emocional que logramos crear a través de él.
Cada uno de nuestros trabajadores es único e irrepetible, y el merchandising personalizado es una herramienta poderosa para transmitir este mensaje. En un mundo tan a menudo impersonal, estos pequeños detalles hacen la diferencia. Al final del día, lo que más importa es que cada miembro del equipo se sienta valorado, motivado y parte fundamental del éxito colectivo.
Así funciona el merchandising personalizado: crea conexiones emocionales, y esas conexiones son la base de una empresa sólida, cohesionada y preparada para seguir creciendo.