Era un Blue Monday de esos que ahora está de moda y que, al parecer, es el lunes más chungo y gris del todo el año. Llovía y, como no, no había cogido el paraguas.
El trayecto hasta mi trabajo es más de media hora, pero ese día fíjate tú, además de llegar al metro unos minutos más tarde, el próximo tren, iba a tener una revisión aleatoria. Como consecuencia, llegué a mi estación de destino tarde y malhumorada.
“Hoy es mi día de suerte” pensé irónicamente cuando me paré a comprar ese maravilloso croissant relleno de chocolate, que nunca hasta entonces me había apetecido desayunar y que hoy, justamente hoy, hace apenas 3 minutos, acababa de venderse el último ejemplar.
Entré en la oficina corriendo, con los zapatos empapados y la esperanza de no encontrarme a nadie en el trayecto que va desde el ascensor hasta mi mesa. Alcancé a dejar el bolso y a dejar mi chaqueta en el respaldo de la silla, cuando noto sobre mi hombro, una mano cálida.
-¡Buenos días señorita!, en cuanto te instales, pasa por favor por mi despacho
Mi jefe de proyecto queriendo hablar conmigo a las 8 de la mañana….nada bueno puede pasar…¿es porque ayer no me dio tiempo a terminar el informe?, ¿o quizás porque no estoy a la altura de mis otros compañeros que llevan más de 10 años en la empresa?.
Solo me queda rezar para que no me echen del trabajo; La ruptura de un compromiso en el último momento, una mudanza y volver a moverme en metro por no poder pagar la reparación de mi coche, me habían parecido suficientes retos para superar este año.
Cuando abrí la puerta del despacho, el jefe de proyecto me recibió con una enorme sonrisa y me invitó a sentarme. Me sirvió un café y ese delicioso croissant relleno de chocolate que había desparecido de la pastelería minutos antes de llegar yo.
Me preguntó sobre las mejoras que yo consideraba como necesarias en la empresa. No para que la empresa funcionase mejor, sino para que yo, funcionara mejor.
Me parecía una pregunta trampa, ¿en qué empresa se preocupan en saber lo que un trabajador considera necesario cambiar, para poder rendir más en su puesto?.
El Impacto Emocional de los Regalos Corporativos Personalizados: Un Valor Más Allá del Obsequio
Apareció en el despacho el director y la secretaria con un enorme ramo de margaritas blancas.
Felicidades Manuela, hoy hace un año que empezaste a trabajar con nosotros. ¿Verdad que son las margaritas tu flor preferida?.
Si…wow…. gracias, ¿cómo sabéis…?
Queremos recompensar tu trabajo y tu implicación. Sabemos que este año ha sido difícil para ti, que vives lejos del trabajo y que te supone un gran esfuerzo desplazarte hasta aquí cada día. Por eso hemos pensado en darte como regalo de aniversario, dos días de teletrabajo y además este ordenador portátil para que elabores los informes desde casa.
El director me entrega un ordenador guardado en una funda maravillosa, en la que pude leer: “Manuela, ¡Gracias por un año de grandes logros!»
No sé que me conmovió más, si el hecho de que recordaran el día en el que cumplía un año en la empresa, que supieran qué flor era mi favorita o que me felicitaran con un regalo personalizado y útil (importante) que además ensalzaba mi esfuerzo y dedicación.
La exclusividad de los regalos personalizados suscita una carga emocional única que es difícil de igualar con obsequios genéricos
Los regalos corporativos personalizados son siempre una apuesta acertada, ya que no solo transmiten un mensaje de reconocimiento, sino que también refuerzan el sentido de pertenencia y aprecio en el empleado. Al ser un detalle exclusivo, creado específicamente para él, se genera una percepción de valor añadido que va más allá de un simple obsequio. Este tipo de regalos se convierten en símbolos tangibles de la gratitud y el aprecio que la empresa siente por el esfuerzo y la dedicación de su equipo.
Lejos de ser un acto aislado, el regalo corporativo es una herramienta estratégica que toca aspectos profundos de la psicología humana. Está diseñado para crear una conexión emocional con el trabajador, lo que puede tener un impacto directo en su motivación y bienestar. Esta conexión no solo mejora la percepción que el empleado tiene de la empresa, sino que también refuerza el compromiso y la lealtad hacia la marca.
Las empresas que emplean regalos personalizados de forma efectiva logran no solo estrechar los lazos con sus empleados, sino también fomentar una cultura de trabajo más cohesionada, donde cada miembro se siente valorado y parte fundamental del éxito colectivo. Este tipo de estrategias, pueden contribuir a una mayor productividad, a un clima laboral más positivo y, en última instancia, a la retención de talento y la creación de relaciones a largo plazo.
El regalo corporativo, por tanto, se configura como una inversión estratégica que va más allá de un simple presente. Su verdadero valor radica en su capacidad para cultivar una comunidad leal, fortalecer el sentido de pertenencia y mejorar el rendimiento general de la empresa.